Inteligencia emocional: es la capacidad de una persona para manejar nuestros sentimientos, así como otra serie de habilidades y actitudes.

Hasta hace relativamente poco tiempo todos pensábamos que para tener éxito en el trabajo, con los amigos, la familia, lo único necesario era tener una buena capacidad intelectual. Pero la experiencia nos ha demostrado otra cosa.

En la vida triunfa  quien tiene una capacidad media ,quizás, a la que une como característica  igual o más poderosa su capacidad de relación con los demás: de trabajo en equipo, de diálogo, de aceptar e incorporar a su vida profesional, social o familiar las ideas de los demás. Esto es lo que se conoce como “inteligencia emocional”

Una persona muy inteligente pero con escasa capacidad de diálogo, de relacionarse con los demás, o asumir sinceramente otras ideas, puede hacer de su vida un fracaso. Su buena inteligencia no le ha servido para dirigir su vida.

Hoy en día somos muy conscientes de la importancia de identificar,  y dirigir nuestros sentimientos, porque son los que mueven con mucha frecuencia lo que conocemos,  decimos y hacemos.

Otro elemento esencial, que influye en nuestra felicidad es la EMPATÍA, es decir, la capacidad de tener en cuenta a la hora de trabajar o de relacionarse con los demás, de los sentimientos, necesidades y preocupaciones ajenas.

Con otras palabras, nuestra felicidad va bastante unida a la comprensión de los demás; a  la capacidad de captar los sentimientos y los puntos de vista de otras personas e interesarnos activamente por las cosas que les preocupan.

De este tema tendríamos que hablar mucho más. No es posible hacerlo en un simple artículo, que nos puede servir de aperitivo para otros. Pero no quiero, por el bien de mis lectores, dejar de  insistir en la importancia del autocontrol: capacidad de manejar adecuadamente las emociones y los impulsos conflictivos.

Como el tema, ya lo hemos dicho, se queda “corto”, seguiremos en otras ocasiones.