¿Qué es la tristeza? Es la pérdida de ilusión, la dificultad para estar contento. La tristeza puede afectarnos a todos. Cuando sucede así nos sumerge en una vida gris y pobre en emociones.
Pero, ¿por qué hay personas que disfrutan de la vida y otras que no?
Aquí te ofrecemos algunos “remedios” muy útiles que podrás aplicar a tu vida para huir de la tristeza:
1. Huir de la obsesión por contestar a todo de forma inmediata (por ejemplo los Whatsapp):
Las nuevas tecnologías nos están quitando los mismos minutos que creemos que adelantamos dando respuesta a todo ipso facto. Frena, para. Tú has de decidir el orden de las tareas que debas o quieras realizar. Reeduca a tus compañeros de trabajo, amigos y familia, contestando ahora o con un margen de tiempo.
2. Disfruta de la vida social; busca el placer con los amigos y familia.
Está demostrado que somos más felices con las experiencias que vivimos con amigos y los viajes que hacemos que con cualquier objeto material que compramos.
3. Busca y manifiesta el cariño (a quién y con quién corresponda).
El afecto y el amor son las fuentes más potentes de felicidad. A las personas les gusta sentirse queridas, y las muestras de afecto son la prueba más sincera y directa de amor.
El contacto físico es importante, pero también la sonrisa, el mirar con cariño a los demás.
4. Decir adiós a la actitud victimista.
No exageres lo que sientes, dolor, pena, etc.; no le des más valor del que tiene. Si decides dedicarle mucha atención, sentirás las emociones más intensas de lo que realmente son. Deja la vigilancia para otros temas y busca algo que cambie tu estado de ánimo: la música, una charla con amigos, pasear, maquillarse, salir de compras, ver una peli y un largo etcétera.
5. No Compararse.
Siempre hemos dicho que las comparaciones son odiosas y también muy dañinas. Sólo nos comparamos con nuestro estado de bienestar anterior o con quienes tienen más suerte o mejor posición.
Rara vez nos comparamos con quien sufre, con quien tiene dificultades o con quien no tiene trabajo o escasos recursos económicos. Si nos pusiéramos, de verdad, en ese lugar, veríamos cómo nuestra vida no es tan miserable.
6. Ayudar a los demás.
Si fuéramos capaces de echar una mano a personas más desfavorecidas, comprobaríamos cómo recuperamos la ilusión por detalles de nuestra propia existencia a los que ahora no damos valor.
La felicidad no se compra, sino que se consigue con cada de nuestras vidas y con untrabajo y esfuerzo diario. Pero ese trabajo merece la pena.