Cuánto bien puede hacer a la persona aceptar la enfermedad. los dolores físicos o la soledad con serenidad. La serenidad es la la opción, el único remedio que puede aliviar nuestras vidas, y las de los demás.
Por esta razón, las personas que vamos a visitar a personas enfermas tenemos una misión fundamental: infundir paz.
Cuando nos angustiamos por algo, aparece la ansiedad. Y a mayor ansiedad, miedo, etc., se tiene menos control para mantenerse serenos y templados, y sin querer alejaremos de nosotros a los demás.
El sosiego nos ayudará a olvidarnos de nosotros mismos y a prestar atención a los demás (¡La mejor medicina!) y a reconocer que el dolor va unido inseparablemente a la vida. Asumirlo y a aceptarlo, aun poniendo los remedios necesarios.
No solo hay sufrimiento en esta vida, también, y lo que es peor, hay soledad.
Hay que intentar por todos los medios que nadie esté solo. Pero en ocasiones resultará imposible.
Hay que ayudar a los que la padecen a llevarla sin dramas (y prepararnos a sufrirla nosotros en algún momento) como un medio de crecimiento personal.
Porque quién sea capaz de apreciar y convivir con su solead no necesitará hacer sufrir a otros que no pueden estar siempre a su lado, sabrá buscar alternativas ( la radio,¡la inseparable televisión, seleccionando los programas) ni necesitará perder su autoestima. Simplemente habrá aprendido a respetar y a aceptarse a sí mismo.