Hay personas que parece que han nacido para hacernos felices, porque actúan de una manera que las hace únicas y excepcionales.
Son hombre y mujeres que siempre que pueden tienen una palabra de aliento, una mano que tender, un buen pensamiento, un acto de servicio que ofrecernos.
Por favor, si está en España y, especialmente en Andalucía, evite llamar a una casa, visitar a alguien o enviar Whastapp entre las cuatro y las seis de la tarde.
Estas horas suelen dedicarse al descanso. Constituyen lo que denominamos” la siesta”, aunque con frecuencia no se le dedica tanto tiempo, sobre todo en invierno.
Las personas mayores, a base de tener pocas reuniones a las que asistir y, con frecuencia, pocos amigos, descuidamos nuestro arreglo personal con respecto a la ropa; nos vamos encerrando en nosotros mismos, y también, si podemos, exageramos nuestros achaques para llamar la atención de los demás.
Ahora bien esas actitudes van contra nuestra propia dignidad. Pertenecer a la etapa de la “tercera edad” es algo que nos honra y por lo tanto, aconsejaría que:
¿Quién puede decir que comprende perfectamente eso que llamamos “la moda”? : Lo que nos gusta hoy, tal vez ya no nos gustará dentro de unos meses; y lo que nos gustaría ponernos siempre –porque nos queda bien y está en perfectas condiciones– no lo podemos usar, al menos por ahora, sin llamar la atención.
Ser anciano es es una etapa más del ciclo de la vida. Una época de enorme riqueza.
No puede concebirse la vejez como la etapa más fácil de la vida. A las dificultades propias de toda existencia, se suman la progresiva pérdida de nuestra vida, los achaques que empiezan a aparecer, los defectos característicos de esta edad…
Es inevitable envejecer. Pero se puede ser un magnífico anciano, con solo asumir lo que se es, y descubrir lo mucho que puede aportar: experiencia, recuerdos inapreciables, unidad de la familia.
La ancianidad es, también, tiempo de recuento, y aquí radica no poco de su utilidad y de su grandeza. Podemos alegrarnos del bien que hemos hecho y rectificar lo que fue tan bueno ¡Podemos pedir perdón!
Cuánto bien puede hacer a la persona aceptar la enfermedad. los dolores físicos o la soledad con serenidad. La serenidad es la la opción, el único remedio que puede aliviar nuestras vidas, y las de los demás.
Por esta razón, las personas que vamos a visitar a personas enfermas tenemos una misión fundamental: infundir paz.
Cuando nos angustiamos por algo, aparece la ansiedad. Y a mayor ansiedad, miedo, etc., se tiene menos control para mantenerse serenos y templados, y sin querer alejaremos de nosotros a los demás.
El sosiego nos ayudará a olvidarnos de nosotros mismos y a prestar atención a los demás (¡La mejor medicina!) y a reconocer que el dolor va unido inseparablemente a la vida. Asumirlo y a aceptarlo, aun poniendo los remedios necesarios.
No solo hay sufrimiento en esta vida, también, y lo que es peor, hay soledad.
Hay que intentar por todos los medios que nadie esté solo. Pero en ocasiones resultará imposible.
Hay que ayudar a los que la padecen a llevarla sin dramas (y prepararnos a sufrirla nosotros en algún momento) como un medio de crecimiento personal.
Porque quién sea capaz de apreciar y convivir con su solead no necesitará hacer sufrir a otros que no pueden estar siempre a su lado, sabrá buscar alternativas ( la radio,¡la inseparable televisión, seleccionando los programas) ni necesitará perder su autoestima. Simplemente habrá aprendido a respetar y a aceptarse a sí mismo.
En primer y principal lugar, tener un problema psicológico no es sinónimo de “estar loco”. Somos seres psicosomáticos, con problemas en la psique o en el cuerpo más o menos duraderos, según nuestra constitución.
No somos seres tan fuertes como creemos y cuando nos enfrentamos a problemas que nos superan nuestra psique puede sufrir alguna alteración.
Ahora bien, no todas las personas que se encuentran en situaciones difíciles reaccionan de la misma manera, ni todos desarrollan trastornos psicológicos.
Que una persona sufra o no un trastorno psicológicos depende de la fortaleza de su mente, de su historia personal y de su propia fuerza de voluntad .