Este texto ha sido redactado por Laura Álvarez con fotos de Juan Flores, en ABC de Sevilla, el 8 noviembre de 2021 https://sevillasolidaria.sevilla.abc.es/noticias/el-emotivo-reencuentro-entre-voluntarios-y-mayores/
Para la Asociación Sevillana de Asistencia (ASA), compuesta en su mayoría por voluntarios jubilados que acompañan a personas aún mayores, la pandemia supuso un auténtico mazazo. Debido a las restricciones y por la propia responsabilidad de esta entidad, toda su actividad se cortó en seco. Voluntarios y beneficiarios se separaron, aunque muchos de ellos se mantuvieran en contacto por teléfono. Es ahora cuando, poco a poco, comienzan a verse de nuevo las caras.
Es lo que le ocurrió a Dolores Mendoza. Nos habla desde el sillón de su casa, con el andador siempre a mano. Vulnerable por lo que implica cumplir 90 años, pero fuerte en sus convicciones y en su sonrisa: «Fue horrible», indica sobre el confinamiento de marzo de 2020, «pero hay que ser valiente en un momento así y confiar en que todo saldrá bien».
Dolores vive sola, por lo que necesita ayuda profesional para el día y también acompañamiento durante la noche, cuando acuden las monjas de Santa Ángela. Y, aunque cuenta con el amor de sus hijos, nietos y bisnieto, los quehaceres de la vida diaria hacen que gran parte del tiempo añore compañía. Por eso mismo, y tras una llamada de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Sevilla, una voluntaria de ASA acudió hace cuatro años a su casa por primera vez: Lola Flores. Congeniaron al momento. «Es encantadora, habla y sabe mucho, no solo es fácil estar con ella si no que la quiero de verdad», confiesa Lola. Su tocaya no se ruboriza sino que contrataca con halagos: «ella sí que es un verdadero encanto, y Clara, Clara es un cielo», indica refiriéndose a una segunda voluntaria, Clara Íñiguez.
Habituadas a acudir con asiduidad al piso de Dolores, coordinadas por Lola, el confinamiento frenó de un día para otro todas aquellas visitas. También la de algún voluntario más. Se mantuvieron en contacto telefónicamente, hablando de mil temas, pero no era lo mismo. Se extrañaban con fuerza. Tras un año y medio separadas, comienzan estos días a retomar aquellas buenas costumbres.
«Nos prohibieron entrar en todos los centros donde realizábamos nuestra actividad», recuerda Roque Riego, presidente de esta entidad compuesta en su totalidad por voluntariado. Eran entonces más de 120 voluntarios que dedicaban su tiempo a personas, que por una u otra razón, necesitan compañía. Normalmente en sus propios domicilios pero también en una docena de residencias, en centros de día y también en el Hospital Virgen del Rocío y Virgen Macarena.
«Nuestros voluntarios tienen sus propias realidades, aunque estén deseando ayudar», continúa el presidente, «hay quien cuida de una madre con cáncer, aquellos con familiares a los que les da miedo que se exponga…». Y aunque por teléfono Dolores le preguntaba a Lola continuamente cuándo iba a venir, la voluntaria sabía que debía esperar. «El malo de la película soy yo», bromea Riego, «decidimos ser responsables y no continuar si no lo veíamos claro, aunque el voluntariado y los beneficiarios reclamaban volver».
Y ahora es el momento, tras un año difícil para la ONG, en el que han lamentado el fallecimiento del que fuera su presidente, Fernando López Íñiguez, y renovado su junta directiva. Además, las instituciones con mayores empiezan a abrirse de nuevo a los voluntarios. «La semana que viene reaparecemos por primera vez en una residencia de mayores», cuenta Riego, «estamos en conversaciones con aquellos centros en los que colaborábamos antes». La maquinaria arranca. Poco a poco. Llamando a cada uno de los voluntarios para ver su disponibilidad. Lo siguiente será recuperar el contacto con los Asuntos Sociales y aumentar también el número de voluntarios jóvenes dispuestos a ayudar.
Todos aquí son bienvenidos, solo hace falta compromiso y al menos dos horas a la semana libres para poder regalar a quienes necesitan compañía. «Y es que hace mucha falta, no podemos venirnos abajo», reconoce el presidente, con mil ideas en la cabeza. Clara atesora en su memoria el apretado abrazo que se dio con Dolores cuando se reencontraron. Sienten como si nunca hubieran dejado de verse. «Tengo muchas amistades, pero mis preferidas son Clara y Lola», expresa Dolores, y cuanto más piropos les echa más avergonzadas y risueñas se muestran las voluntarias.
No suelen bajar a la calle, la movilidad de Dolores es reducida y ella misma prefiere permanecer en casa. Pero sí recuerda Lola con cariño aquella vez que, antes de la pandemia, la llevó a la Parroquia de San José ya que, muy creyente, esta cordobesa echaba en falta la misa. Fue ya ilusionada pero cuando sonaron los primeros acordes en la iglesia no pudo remediar un suspiro de emoción. Se vio de nuevo joven en la parroquia de su barrio, rodeada de chicos y chicas, entonando el solo del coro. «Mi voz ya no es la que era», se excusa Dolores y mira a Lola, agradecida. Son relaciones sólidas y tiernas las que surgen gracias a ASA, combatiendo la soledad y enriqueciendo la vida.
Este texto ha sido redactado por Laura Álvarez con fotos de Juan Flores, en ABC de Sevilla, el 8 noviembre de 2021 https://sevillasolidaria.sevilla.abc.es/noticias/el-emotivo-reencuentro-entre-voluntarios-y-mayores/