Cómo tratar a los ancianos

A medida que vamos ganando años, tendemos a ser más rígidos en nuestras convicciones y a aferrarnos a nuestro ambiente habitual.

Esto es especialmente evidente en los ancianos, que han pasado muchas etapas en la vida, y han tenido que ir adaptándose a espectaculares cambios en el modo de vida.

Por tanto, cuando llegan a esta edad de la vida, somos nosotros los jóvenes quienes tenemos que mostrar la máxima comprensión y flexibilidad hacia ellos, sin reírnos, ni intentar imponer nuestras ideas.

Otros aspectos que pueden ayudarnos a tratar a las personas mayores que tenemos encomendadas son:

Llamar al anciano por su nombre. Conviene recordar que a algunos de ellos NUNCA les han llamado de tú, sino de usted, y a muchos siempre se les ha añadido algún título al nombre, como «Don José”.

No se trata de que ellos se adapten a nosotros, sino nosotros a ellos.

 Adaptarse a su modo de hablar; si es sencillo, sencillo. Si es culto, culto.

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El arte de relacionarse

Las relaciones son fuente de felicidad. Encontramos felicidad en una buena amistad, un buen amor, en acompañar a alguien que está solo. Todo esto nos nutre.
Somos seres relacionales. Las personas dan sentido a nuestro ser y hacer. Nos construimos con el otro.
¿Qué hace que las relaciones prosperen? Si las relaciones son tan importantes, es una prioridad escuchar, estar por el otro, acompañar en la soledad y el sufrimiento y dedicar el tiempo necesario.
Cuando estamos muy cerca de alguien y creemos que le conocemos bien, podemos caer en el hábito de fijarnos más en lo que no nos gusta y acostumbrarnos a quejarnos. Dejamos de apreciar el valor que nos aporta. Conviene cortar de raíz el hábito de buscar el defecto ajeno, cuando vemos que comienza a insinuarse en nosotros, y subrayar lo positivo.
Uno de los factores clave del cuidado de las relaciones radica en estar presentes y disponibles para conversar, dialogar y aclarar. ¿Qué facilita un buen diálogo? La actitud apreciativa, de escucha y de plantear con claridad y respeto nuestras peticiones.
A menudo vamos tan deprisa que cuando hablamos con otra persona, lo hacemos de forma rutinaria y aburrida, sin chispa.
Vemos la relación como una irrupción en lo que teníamos previsto. Si vivimos aferrados a lo “nuestro”, dejamos de escuchar las señales que otros nos dan y nos alejamos paulatinamente de ellos.
Consejo: considera sagrado cada encuentro con alguien e incrementa esa actitud de interés único, sea quien sea la persona que está frente a ti. Si está con un cliente, esté plenamente con él. Si es tu hijo, entréguese completamente. Si estás acompañando a alguien que está solo considerarle tu mejor amigo. Te harás más persona tu y el que se relaciona contigo.

Siempre hay una oportunidad

La vida es un juego en el que hay que ganar.
Ganar no es alcanzar un estado de plenitud y felicidad continua, sino la capacidad de ir superando obstáculos, aprendiendo de los errores y de las victorias, siendo feliz y disfrutando de los detalles.
Y ganar significa no dejar que el pasado nos determine, sólo que nos proporcione experiencia, para que siempre podamos estar en la casilla de salida para el pistoletazo de PREPARADOS, LISTOS, YA, ante una nueva oportunidad .
Porque la vida siempre guarda nuevas ofertas. Pero tenemos que tener los ojos abiertos para poder verlas. La atención es como un faro que alumbra en la oscuridad. Hay que dejar de enfocar en lo que no funciona, pues no nos va a ayudar a avanzar, y mirar hacia adelante con optimismo.

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