A medida que vamos ganando años, tendemos a ser más rígidos en nuestras convicciones y a aferrarnos a nuestro ambiente habitual.
Esto es especialmente evidente en los ancianos, que han pasado muchas etapas en la vida, y han tenido que ir adaptándose a espectaculares cambios en el modo de vida.
Por tanto, cuando llegan a esta edad de la vida, somos nosotros los jóvenes quienes tenemos que mostrar la máxima comprensión y flexibilidad hacia ellos, sin reírnos, ni intentar imponer nuestras ideas.
Otros aspectos que pueden ayudarnos a tratar a las personas mayores que tenemos encomendadas son:
Llamar al anciano por su nombre. Conviene recordar que a algunos de ellos NUNCA les han llamado de tú, sino de usted, y a muchos siempre se les ha añadido algún título al nombre, como «Don José”.
No se trata de que ellos se adapten a nosotros, sino nosotros a ellos.
Adaptarse a su modo de hablar; si es sencillo, sencillo. Si es culto, culto.